Si preguntásemos a cualquier profesional del mundo financiero que nos enumerase alguna de las principales garantías para proteger el resultado de cualquier inversión, con una probabilidad muy alta, la diversificación ocuparía uno de los primeros lugares en el podium de salvaguardas económicas. Y con más razón si cabe con todo lo que ha vivido el mundo con la pandemia afectando todos los sectores de la economía.
La diversificación es la mejor forma de reducir el riesgo de una inversión y la premisa fundamental para cualquier inversor. Las fuentes de la diversificación son múltiples, pudiéndose obtener ésta colocando el capital en:
A mayor diversifiación, mayor disminución del riesgo asumido y, por lo tanto, mayor tranquilidad frente a la ineludible incertidumbre de cualquier apuesta inversora.
Por el lado de los activos donde invertir, el fenómeno imparable de la de la digitalización de procesos y prácticas sectoriales que hasta hace bien poco habían funcionado exclusivamente en analógico y para grupos restringidos y cerrados de inversores ha abierto el abanico de posibilidades permitiendo el descubrimiento y el aprovechamiento de nuevas formas de diversificar el destino del dinero de los ahorradores.
Con la llegada de las plataformas de financiación participativas (PFP) a partir del año 2015 y su regulación mediante la Ley 5/2015 de 27 de Abril para el fomento de la financiación empresarial, la inversión inmobiliaria se democratiza y cualquier pequeño inversor puede acceder a invertir cantidades plenamente razonables en la financiación de proyectos inmobiliarios participando de la rentabilidad de un sector que ha demostrado una robustez indiscutible tras haber aprendido la dura lección de la crisis precedente.
Las plataformas de financiación participativas están reguladas y autorizadas por la CNMV y bajo el control del Banco de España y permiten, mediante la utilización de nuevas tecnologías, poner en contacto a promotores que necesitan financiación para sus proyectos con inversores ávidos de rentabilidad en un entorno de tipos de interés paupérrimos y de máximos históricos de unos mercados bursátiles que no pueden aguantar valoraciones extremas de manera sempiterna.
En la actualidad existen una decena de plataformas especializadas, algunas ya autorizadas y en pleno funcionamiento y otras en trámite de autorización por la CNMV.
Con la aparición de estas plataformas cualquier usuario a golpe de un clic en un entorno seguro, cómodo, fácil y tecnológicamente pulcro, puede acceder a oportunidades de inversión inalcanzables hasta la fecha y participar de operaciones enormemente atractivas por potencial de rentabilidad, seguridad y experiencia que aportan promotores de total solvencia y profesionalidad acreditada. Son pasarelas tecnológicas que permiten al individuo hacer proyectos e inversiones sin pasar por los circuitos bancarios y por tanto formas de inversión mucho menos elitistas y democratizadas económicamente.
Para operar, el inversor solo debe elegir un proyecto, el volumen a desembolsar y tras registrarse en la plataforma, formalizar la inversión a través de una transferencia online. Una vez alcanzado el 100% del capital requerido para la compra concreta, se procede a crear una sociedad que adquirirá el activo y cuyo capital se repartirá entre todos los accionistas.
Pero, las plataformas no se quedan aquí, pues además de ofrecer una rentabilidad previa atractiva, permiten el seguimiento del proyecto hasta su finalización, criban con criterios estrictos las promociones en las que invierten y la seriedad y profesionalidad de sus promotores y por supuesto, devuelven el dinero en caso de no completarse el capital requerido para ponerlo en marcha.
En España los líderes de estas plataformas son nombres que ya empiezan a sonar entre los opciones de inversión de los ahorradores. Con matices de funcionamiento, todas han favorecido la más que necesaria desintermediación financiera y han puesto en valor el micro mecenazgo haciendo bueno aquello de la unión hace la fuerza dando salida real a las inquietudes inversoras de miles de españoles que quieren tener acceso al mercado inmobiliario sin necesidad de tomar riesgos de concentración imposibles o innecesarios. Pero hay varias peculiaridades muy relevantes que sitúan a StockCrowd IN en una posición relevante entre las firmas del sector.
La primera es que, a diferencia del resto de plataformas que se limitan a dar el dinero, StockCrowd IN une a la función de escaparate de las promociones que oferta, la de otorgar a los promotores la capacidad de captar sus propios inversores a través de su web convirtiéndolos en dueños de la base de datos de sus propios inversores. Descentralizar la plataforma supone una gran diferencia con el resto de marketplaces que sólo se limitan a financiar. En este campo los detalles son definitivos y el facilitar y habilitar a los promotores para que creen su propio canal de inversores es del todo relevante.
Tras más de veinte años surcando los mares financieros he visto procesos de democratización financiera de todo tipo que han permitido a los pequeños inversores el acceso a activos que de no ser por pequeñas revoluciones ( legislativas, sociales, tecnológicas) no habrían sido nunca posibles. En el ámbito de la inversión inmobiliaria, la revolución se llama plataformas de financiación participativas.
Una revolución necesaria que ha ordenado un sector resbaladizo que ha sabido reinventarse tras los desmanes de la crisis inmobiliaria española y que con fórmulas claras, simples, sencillas, reguladas, supervisadas, bajo la premisa de una total transparencia y la ayuda de las últimas tecnologías, constituye una oportunidad de inversión inmejorable y una fuente de diversificación inversora que ningún ahorrador debería ignorar.