Hace unas semanas publicamos que al analizar una empresa revisábamos elementos cuantitativos (estados financieros, ratios,..) con cualitativos (gerencia, accionariado, sector,…) y que nuestra conclusión es el resultado de la combinación de ambos.
Hoy, dentro de la parte cuantitativa, vamos a explicar unas claves para entender mejor lo primero que vemos cuando abrimos unos estados financieros: EL BALANCE.
Definiciones conceptuales de balance podemos encontrar muy variadas: la más básica sería decir que es la relación entre lo que tiene una empresa (activo) y lo que debe (pasivo) a una fecha determinada. Por tanto en el activo estarían los bienes y derechos propiedad de la empresa siendo los pasivos las deudas con terceros, incluidos los socios o accionistas que debemos considerarlos como un acreedor más, pues el dinero invertido por el socio no es a fondo perdido, espera recuperarlo y por lo tanto la empresa se lo debe.
Cuando solicitamos información financiera a una empresa generalmente nos facilitan la que están obligados a elaborar con un criterio contable normativo, criterio que generalmente está orientado a la capacidad de la empresa de generar beneficios (Impuesto de Sociedades o Registro Mercantil) que es lo que quiere saber un tercero (el estado ) y los accionistas. El primero para poder cobrar impuestos y los segundos (en caso de medianas o grandes empresas) para que les cuenten cómo va su inversión. Cuando son pequeñas empresas, la experiencia nos dice que al propietario no le hace falta la contabilidad para saber cómo marcha su negocio.
Cuando analizamos una empresa desde la óptica de prestamista (damos dinero), el enfoque que hay que darle es más amplio no solo a la capacidad de generar beneficios (los negocios han de ser viables) sino a su capacidad de generar dinero: cuando prestamos dinero a alguien queremos saber si genera dinero para devolverlo.
El primer paso que debemos dar en nuestro análisis es saber diferenciar claramente los dos ciclos de actividad que se producen en la operativa de las empresas y para ello distinguimos dos:
Esta distinción es básica para conocer cuáles son las necesidades financieras de la empresa, para saber el destino de la financiación solicitada e identificar el ciclo y por tanto el plazo natural de reembolso.
Ponemos unos ejemplos sencillos:
ACTIVIDAD | CICLO DE CAPITAL | CICLO OPERATIVO |
Restaurante | Compra de local, acondicionamiento, mobiliario, menaje,.. | Compra de materia prima (alimentos, bebidas,..), salarios, impuestos locales,.. |
Taller de automóvil | Compra de local, maquinaria, … | Compra de repuestos, salarios, cobros compañías aseguradoras,.. |
Constructora | Compra de oficinas, maquinaria: grúa, camiones, …. | Licencias, materiales de construcción, salarios, certificaciones,… |
Fábrica de vidrio | Compra de naves, hornos, … | Compra de materia prima, combustibles, cobros aplazados a embotelladoras,.. |
Conforme a este criterio de ciclos de actividad en el activo del balance de la empresa distinguimos dos grandes partidas: Activo Fijo (relacionado con su ciclo de capital) y Activo Circulante (vinculado con su ciclo operativo).
Habitualmente ambos ciclos se diferencian por un criterio temporal, siendo los operativos o circulante los que tienen una vida o presencia en el activo inferior a 12 meses y capital o fijo los superiores a esos plazos. Pero a nosotros como analistas de préstamos nos interesa más no una fecha o plazo sino la capacidad para generar dinero con ellos y más su función en la actividad de la empresa. Pues si ciclo productivo y plazo de la operación solicitada no casan podemos tener un problema. Por tanto cuando nos piden financiación hemos de tener respuesta siempre a tres preguntas básicas:
En próximos posts hablaremos sobre el pasivo que recoge las obligaciones de la empresa.
Equipo StockCrowd IN.
*El tratamiento fiscal depende de las circunstancias individuales de cada cliente y puede variar en el futuro.
Las rentabilidades pasadas no constituyen un indicador fiable de las rentabilidades futuras.