Las medidas de confinamiento total de la población y de paro de la mayor parte de la actividad empresarial, que se tomaron en marzo de este año y que no se han levantado hasta bien entrado el mes de junio, han provocado un freno indudable en la actividad inmobiliaria del país. Las construcciones en curso sufrieron una paralización generalizada del decreto del estado de alarma, y el ritmo de ventas cayó obviamente al prohibirse la visita a las promociones por parte de los clientes.
La cuestión que debemos preguntarnos es si este trimestre de colapso prácticamente total de la actividad constructora y comercial va a seguir teniendo consecuencias negativas en los meses venideros y qué panorama se abre para el sector de la promoción inmobiliaria y para sus opciones de financiación.
Por lo que se refiere a la actividad promotora, las primeras cifras que se están recogiendo invitan a algo más de optimismo que hace unos meses. En cuanto a actividad, las promociones inmobiliarias que ya estaban empezadas se están retomando con relativa rapidez y es probable que, si no hay un nuevo rebrote de la pandemia, se aprovechen estos meses de bonanza climática para acelerar el ritmo de construcción de promociones en curso.
Por lo que respecta a la tesorería, es evidente que las medidas adoptadas por el Gobierno han paliado los efectos adversos que el parón económico podía acarrear. La posibilidad de acogerse a ERTEs y la puesta a disposición de determinadas líneas de financiación bancaria con el aval del Estado han permitido a los promotores inmobiliarios sobrellevar mejor esos meses de nula facturación y mantener ciertos gastos fijos. Por último, las cifras de visitas a promociones inmobiliarias se han recuperado, y los tipos de interés bajos y la apertura de fronteras puede permitir que tanto la demanda interna como la foránea pueda mantenerse o al menos no descender significativamente.
La financiación de la actividad inmobiliaria también se va a ver afectada a buen seguro con el impacto del COVID-19. El recurso a la financiación bancaria va probablemente a resultar algo más difícil, con unos tipos de interés históricamente muy bajos que van bien para la demanda de préstamos hipotecarios por parte de particulares, pero que apenas ofrecen incentivos a los bancos cuando se trata de ofrecer crédito a los promotores inmobiliarios.
Por otro lado, el indudable esfuerzo que los bancos han realizado estos meses para otorgar crédito a las pymes y para dar moratorias a los particulares afectados por despidos, redundarán en una probable morosidad dentro de unos meses, que a buen seguro retraerá a la capacidad de otorgar crédito a la economía, lo que puede afectar especialmente a la actividad inmobiliaria.
Es más que nunca el momento para los promotores inmobiliarios de buscar fórmulas imaginativas mediante la financiación alternativa a la bancaria, por parte de inversores privados, nacionales y foráneos, que sepan ver las oportunidades que puede dar un mercado con la actual incertidumbre pero a la vez con potencial de crecimiento en muchas tipologías de negocio. En este sentido, sin ir más lejos, en algunos estudios se está viendo como los fondos de inversión dedicados a financiar promociones inmobiliarias siguen activos y dispuestos a estudiar todo tipo de operaciones que permitan el desarrollo de proyectos inmobiliarios de todos los segmentos: residencial, hotelero, comercial o industrial.
También podemos constatar el dinamismo de las plataformas de crowdfunding inmobiliario como StockCrowd IN, con un número creciente de operaciones en su marketplace, que además se consiguen financiar en escasos días por su comunidad de inversores, lo que demuestra como este sector está ganando momentum, tanto entre el segmento de promotores inmobiliarios como el de los inversores.
Plataformas como StockCrowd IN pueden ser una solución ideal para proyecto inmobiliarios de los promotores, y el panorama para los próximos meses invita al optimismo, con un posible aumento de las operaciones financiadas a través de estos canales.