Hoy continuamos con el análisis de la cuenta de resultados cuyos posts anteriores podéis ver aquí. El resultado de restar el coste de mercancías vendidas o aprovisionamientos de los ingresos nos da un primer margen que llamaremos Margen Bruto. Este nos permite con un simple cálculo conocer qué porcentaje de beneficio se obtiene con la mercancía vendida.
Hay ocasiones en que las empresas incorporan a este margen una partida denominada “Trabajos realizados por la empresa para su activo”. Si es de poca importancia podemos prescindir de su análisis, pero si es un importe relevante (Ej: ponerlo en relación respecto al beneficio final de la empresa), sí hemos de darle valor. Este apunte contable refleja gastos que ha realizado la empresa y que reconoce como inversión, ejemplo de ello puede ser un programa informático que incorpora a su inmovilizado, una edificación o inversión en inmueble, una investigación científica etc. Contable y fiscalmente es correcto pero debemos tener en consideración que cuando calculemos el Cash Flow de la empresa hemos de deducirlo pues dicha inversión no genera ingresos monetarios al menos en el año que se contabiliza aunque una inversión en I+D puede generarlos a futuro.
Siguiendo con los gastos, al margen bruto hay que deducirle los gastos necesarios para poder vender, que se denominan genéricamente como “Gastos generales”. Distingamos entre fijos y variables. Ejemplo de los primeros son los impuestos por actividad, consumos de energía (como luz o calefacción), limpieza, etc. Variables son aquellos que fluctúan en función de la producción como el gasóleo en una empresa de transporte, gastos de personal cuando hay campañas…
Los principales gastos generales son:
- Gastos de personal: que incluye tanto las nóminas como los gastos sociales (S.Social) y fiscales (IRPF). En empresas de servicios suelen ser los principales, superiores al CMV. En empresas industriales es a la inversa. Incrementos superiores al IPC sin incrementar actividad deben justificarse. Suele ser oportuno cotejar esta cifra con la cuenta de acreedores del balance pues es un indicador para saber si tienen deudas pendientes con empleados.
- Otros gastos de explotación: gastos necesarios no relacionados como por ejemplo, la publicidad o los arrendamientos.
- Amortizaciones: es la cantidad que la empresa reconoce como coste o recuperación de la inversión realizada anteriormente. Es el coste que se imputa a cada unidad producida de la inversión que ha sido necesaria realizar para producirla. No es en sí una salida de fondos y su incremento supone una bajada de los beneficios, pero es constar que para hacer algo hay que invertir previamente. Debe darse atención al volumen de dicha amortización -siempre en relación con el inmovilizado del balance de la empresa- y cualquier cambio significativo debe analizarse, pues incrementos generan menor beneficio y por tanto menor fiscalidad y reducciones suponen mayor beneficio que quizás compensan una racha negativa de la empresa. La amortización es un coste que no supone salida de fondos de la empresa pues ya lo supuso cuando se hizo la inversión, recordad lo que vimos en el balance.
- Provisiones de gráfico: es reconocer que hay partidas del activo que valen menos que su valor contable. Clientes que no me van a pagar, existencias que se han quedado obsoletas o no son vendibles. Puesto que el balance ha de ser un reflejo fiel de la realidad de la empresa deben darse de baja todos aquellos activos que valen menos de lo que se refleja en el balance.
Junto a estos apartados aparecen “Otros Ingresos accesorios”. Por definición no deben ser relevantes, pero si son recurrentes pueden referirse por ejemplo a un alquiler, a ventas de subproductos…
Una vez deducidas o sumadas estas partidas del “Margen Bruto”, obtenemos el denominado “Margen de explotación”. Este nos refleja la eficiencia de la empresa como negocio industrial o de servicios con independencia de la estructura financiera que tenga la empresa. Para que una empresa sea viable este margen debe ser positivo.
Hasta ahora y haciendo una simplificación podríamos decir que, si el margen de explotación es positivo, la empresa podría ser capaz de pagar a todos los elementos que han contribuido a la producción. Pero aún quedan tres grandes acreedores por cobrar: los financiadores, la hacienda y los socios.
Continuará…
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