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El impacto de la inflación en el ahorro

La Inflación es un aumento generalizado del coste de los productos que adquirimos en un periodo de tiempo determinado que generalmente se mide mes a mes y se compara con la evolución del transcurso del último año. Esto por tanto significa un aumento de la cesta de la compra a la vez que una disminución de nuestro poder adquisitivo y por tanto un menor acceso a ellos.La inflación puede venir causada por diversos motivos pero la más habitual es cuando la demanda excede a la oferta lo que conlleva un incremento generalizado de los precios y por tanto la posibilidad de adquirir menos productos con la misma cantidad de dinero. Este indicador es uno de los más importantes, junto al PIB y al empleo, seguido y estudiado por analistas, inversores y organismos convirtiéndose en uno de los principales objetivos de las políticas monetarias de los Bancos Centrales. La inflación sostenida y controlada por si no es mala ni perjudicial mientras sea en niveles contenidos como es el objetivo fijado en el 2% que tienen por ejemplo el BCE o la FED. Esta tiene como ventaja que reduce las deudas pero como gran riesgo esa posible pérdida de poder adquisitivo que provoca en los ahorros si estos no generan rendimiento alguno ya que estaremos perdiendo dinero, no de forma nominal pero si de forma relativa. Un euro de hoy para nada nos va a permitir comprar lo mismo dentro de 10 años como demuestra un estudio donde se indica que el dinero en efectivo ha perdido, de promedio, un 34% de su valor en los últimos 20 años.

Cuando hablamos de invertir cualquier ahorrador debería tener un objetivo de rentabilidad que tienda a superar la inflación que como sabemos en estos momentos en la Eurozona se sitúa próxima al 1% y podríamos remarcar que en los últimos años pocas veces ha estado en el teórico 2% esperado por el Banco Central Europeo. A este dato le deberíamos añadir que en la actualidad los tipos de interés de los depósitos en el mejor de los casos están en el 0% lo cual hace que el dinero no obtenga rendimiento alguno para hacer frente al aumento del coste de la vida, aunque también se debería indicar que sin ser preocupante en este momento por la poca diferencia con la inflación.Todo y así hemos de tener en cuenta que la actual situación de los mercados no favorece al ahorrador más conservador ya que aquellos activos que tradicionalmente considerábamos libres de riesgo hoy en día no generan rentabilidad y por el contrario los más arriesgados viven uno de sus mayores momentos de volatilidad. Por ello cuando construimos nuestro “portfolio” además de diversificarlo de manera correcta hemos de considerar incluir activos que puedan estar más ligados al ciclo económico real para que supongan una protección y un colchón ante el riesgo que tiene en nuestros ahorros la posible inflación futura.

Así si hacemos un repaso a los distintos activos que podrían componer una cartera empezaríamos señalando la renta fija con cupones fijos que tienen el riesgo de caer por la subida de los tipos y el coste de oportunidad de acceder a otras emisiones con mayores rendimientos en caso de alzas de los precios. Esta situación podría ser compensada con la compra de bonos ligados a la inflación o con cupones flotantes que están indiciados a las variaciones de los tipos de interés que permite una mayor rentabilidad cuando estos aumentan. En cuanto a la renta variable es una clase de activo que se podría considerar correcto para estar protegido de los aumentos del coste de la vida, siempre y cuando no sea excesivo. Para ello están especialmente indicadas aquellas compañías que puedan repercutir el aumento de costes en el precio de venta de sus productos al cliente final y por el contrario deberíamos vigilar aquellas empresas con poco margen para aplicar los mismos y las que tuvieran elevados niveles de deuda que se verían perjudicadas por un incremento de sus costes financieros al sufrir las posibles subidas de los tipos. Por el contrario los activos reales son los considerados óptimos para proteger al inversor de las subidas de la inflación ya que son un bien tangible con un precio que fluctúa según la ley de oferta y demanda por lo que los posibles aumentos del coste de la vida vendrían incluidos en su precio de equilibrio. En esta lista de bienes deberíamos incluir las materias primas y especialmente el Oro que es finito, que funciona desde el inicio de las civilizaciones como moneda de intercambio y que ha servido de activo refugio ante cualquier desastre, guerra o crisis económica. Para finalizar deberíamos hablar de otro de los activos reales, por excelencia, que recoge claramente los incrementos de los precios: estos son los bienes inmobiliarios que además de ser una necesidad básica para vivir o realizar actividades industriales y comerciales lo que siempre generará un flujo de interesados en adquirirlos. Además estos se pueden comprar para después poder alquilarlos y así obtener unos rendimientos que normalmente siempre vienen vinculados por contrato a las posibles alzas que pueda tener el IPC. Con todo ello podríamos recordar que tradicionalmente la inversión en el sector inmobiliaria se ha considerado una muy buena opción para poder estar protegido de las subidas de la inflación.

Como conclusión afirmar que aunque la liquidez también es un producto que descorrelaciona y nos permite acceder a oportunidades de inversión futuras es necesario que nuestros ahorros estén bien invertidos, diversificados, en el perfil adecuado de riesgo para así ayudarnos a obtener rentabilidad, preservarlos y mantener nuestro poder adquisitivo.