En los posts anteriores de las últimas semanas os explicamos cómo se calcula el cuadro de...
Analizando el balance de una empresa- XXVII. " La decisión"
A lo largo de este blog dedicado al balnce de la empresa, hemos ido desgranando los diversos apartados que componen los estados financieros de nuestros clientes. Hemos sido lo más objetivos posible en su análisis, pero llega un momento en que hay que decidir. Como decíamos al inicio de esta serie de blogs, el médico con toda la información disponible tiene que dictaminar.
¿Concedemos o no concedemos la financiación? “This is the question my friend"
Hay una frase que utilizan los anglosajones cuando no se da el paso y se dilata la contestación amparándose en que hace falta más información: “Parálisis por análisis”. Hay un momento en que no se puede preguntar más. Nunca se puede saber todo, porque incluso hay cosas que ni el mismo solicitante de financiación lo sabe de su propia empresa.
Para tomar la decisión de la forma más profesional posible y en base a la información de la que se dispone, hemos de dar respuesta a cuatro preguntas básicas:
- ¿Tiene el cliente capacidad primaria de reembolso? El cliente nos ha pedido dinero, por eso debemos saber si se genera dinero en la actividad ordinaria del cliente, fuera de capitalizaciones de gastos (TRI), ingresos extraordinarios, y demás soluciones ingeniosas que permiten mejorar la cuenta de resultados. El cash Flow operativo, es un buen principio y si lo analizamos por medio de la Caja Generada por Operaciones (Cash Flow menos necesidades de crecimiento de circulante) tenemos un punto de arranque positivo. A esto lo llamamos capacidad Primaria de Reembolso, generar dinero con lo que haces habitualmente.
- La segunda pregunta es ¿Tiene el cliente capacidad secundaria de reembolso? No siempre las cosas salen como se esperan. Hay crisis de las empresas (un producto no tira, vacío empresarial…) hay crisis económicas (inflación, devaluaciones, etc,…) incluso hay los denominados “cisnes negros” como el COVID, una catástrofe natural o una guerra en el primer mundo (Ucrania). El efecto inmediato es que la capacidad primaria puede desaparecer puntual o definitivamente. ¿Qué hacemos? Debemos tener algo a lo que agarrarnos textualmente hablando, un patrimonio que la empresa pueda vender o dejar en garantía, un aval de un tercero (socio o empresa del grupo...) algo que nos permita cruzar el desierto por medio de una refinanciación o una liquidación ordenada. Huir de los brillantes proyectos donde si se gana el socio se hace rico y si sale mal el financiador es el único que pierde. Hay entidades de capital riesgo, business angels,…que si pueden hacerlo pero si eres un financiador tradicional has de buscar siempre alternativas. La famosa frase “los bancos solo prestan a los que tienen dinero” hay que contraponerla a la frase “si los bancos dieran todo lo que se les pide no habría pobres en el mundo…ni quedarían bancos”.
- La tercera pregunta es sencilla. ¿Cuál es el historial crediticio del cliente?, es decir en el pasado, ha pagado bien la financiación que se le facilitó. O incluso, si tuvo dificultades afrontó sus deudas o como dicen los anglosajones “Honor its debts”, es decir hizo todo lo posible por pagar, aunque puede que incluso no pudiera (crisis,…). Es muy importante no solo la aptitud sino también la actitud ante las deudas.
- Finalmente, la última pregunta básica es ¿Tiene ausencia de alarmas? Es decir, actualmente no está impagando a sus deudores. Hay múltiples registros que pueden consultarse, desde la CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España), donde se refleja la exposición de riesgos consolidades de las entidades financieras con los deudores (físicas y jurídicas), vía la información que las EEFF han de suministrar al BdeE con carácter mensual indicando producto, límites, dispuesto y situaciones irregulares. Hay otros registros como RAI (registro de aceptaciones impagadas), ya con menos peso pues hay menos documentos de giro aceptados (letras y pagares), ASNEF (Asociación nacional de Establecimientos Financieros), que son impagados de todo tipo. Hoy en día hasta un recibo de teléfono o impago de tarjeta queda reflejado. Son las famosas listas negras donde es fácil entrar (cambie de cia. telefónica y deje de pagar unos recibos…) pero que es muy difícil salir. Los anglosajones funcionan con listas blancas, gente que ha pagado siempre, y es a quienes los bancos y financieras bombardean con tarjetas de crédito sin pedirlas. Hay también un registro de procedimientos judiciales con litigios en curso. En este apartado de alarmas como en casi todos los temas hay que ser ponderado y saber sopesar si la alarma es de un IBI, una multa de coche, una cuota de teléfono, un procedimiento por despido o una cuota de un préstamo. tanto cuantitativamente como cualitativamente hay que hacer una valoración.
Como colofón de todos estos blogs que espero no les haya aburrido demasiado y les sirvan para avanzar en este mundo financiero, solo me queda hacer un comentario final. Aunque muchos directivos bancarios arenguen a su tropa diciendo que hay que vender créditos y préstamos, esto no es como vender jabón o una camisa. Cuando vendes jabón, cobras y se acabó. Cuando vendes crédito esperas una devolución de este y a ser posible con intereses.
Por último, ahora sí, tanto cuando tomamos una decisión (a favor o en contra) como cuando no la tomamos, estamos asumiendo un riesgo, por comisión o por omisión, pero siempre hay un riesgo.
Ignacio Perales de Miguel.
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