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Cómo evaluar el binomio rentabilidad-riesgo: criterios según perfil inversor
Después de haber definido el concepto de riesgo en nuestro primer artículo sobre rentabilidad-riesgo, en este segundo artículo nos vamos a detener en los criterios que definen los posibles perfiles de cada inversor respecto al riesgo. Al mismo tiempo explicaremos cómo podemos mejorarlos utilizando una diferente diversificación que posibilite reducir algo tan importante como es la volatilidad y mejorar el binomio que tiene con la rentabilidad.
Mercado alcista vs mercado bajista
Previamente deberíamos tener claras dos premisas que nos afectan a muchos, por no decir a todos, cuando establecemos este emparejamiento:
La primera, y de manera casi generalizada, solemos ser muy arriesgados cuando los mercados suben y las posibles ganancias son altas, y muy conservadores cuando la volatilidad y el riesgo están en su máximo apogeo.
Seguramente, y aunque parezca anti-intuitivo, les diría que quizás mejor comportarse de manera opuesta, como dice una de las célebres frases del señor Warren Buffet “Hay que ser codicioso cuando los demás son miedosos y ser cauteloso cuando los demás sean avariciosos”.
Un de las más famosas citas del conocido inversor Warren Buffet. Fuente: Trade.education.
Muchas veces nos autoengañamos asumiendo más riesgo de lo que es óptimo cuando nos parece que todo el mundo gana dinero fácilmente, y por el contrario entramos en modo pánico cuando las caídas y las pérdidas nos hacen dudar de la validez de las inversiones que hemos realizado.
El umbral del sueño
La segunda, y no por ello menos importante, es nuestro nivel de tolerancia al riesgo. Para cada inversor es muy distinto, pero creo que tiene un común indicador en todos, que puede ser la clave de si se está bien perfilado: El umbral personal del sueño.
¿A qué me refiero con esto?
A saber identificar claramente cuando nuestra cartera de inversión nos produce dudas, inquietud y también… insomnio. Esta reacción se produce cuando los mercados caen, se muestran volátiles y nos generan minusvalías. En consecuencia, deberíamos tener muy claro que cuando construimos una cartera de inversión o realizamos la compra de un producto financiero, este ha de tener un binomio riesgo-rentabilidad correcto.
Antes lo deberíamos haber planificado adecuadamente y de manera coherente a los objetivos propuestos y esperados por nosotros. En definitiva se trata de ajustarlo siempre a nuestro perfil de riesgo real, dejando de lado los sesgos cognitivos que podamos tener.
A mayor rentabilidad, mayor riesgo
Asumiendo estas dos premisas podríamos decir que al realizar cualquier inversión se debe aceptar que para conseguir mayores rentabilidades, si o si, se deben tomar riesgos más elevados y por tanto poder incurrir en pérdidas fácilmente.
Además este supuesto obliga a estar invertidos durante mayores períodos de tiempo, lo que en el mundo financiero se denomina periodo de maduración de la misma. Por el contrario, cuando deseemos que el riesgo sea menor y que disminuya la volatilidad de nuestro “portfolio”, deberemos focalizarnos en productos mucho menos rentables y que seguramente nos permitirán recuperar con mayor celeridad el dinero comprometido.
Así pues y por decirlo de alguna manera, acabamos de plasmar donde estarían los dos posibles extremos en el binomio riesgo-rentabilidad.
¿Donde encaja cada producto en la rentabilidad-riesgo?
Históricamente la inversión en acciones e índices bursátiles ha formado parte del primer grupo de productos arriesgados y por antonomasia la adquisición de deuda pública de países con “ratings” en grado de inversión ha sido el activo conservador y supuestamente seguro.
Además en los mercados financieros podremos invertir en otros activos como son las divisas o las materias primas que podrían considerarse, en algunos casos, activos más volátiles que la propia inversión en bolsa.
Gráfica que muestra la volatilidad del dolar y del franco suizo. Fuente: comoahorrar.com
Fuera del ámbito de los mercados se pueden contratar depósitos bancarios, comprar activos inmobiliarios y en los últimos años se ha facilitado la entrada al inversor medio a otros productos que son denominados alternativos, a los que hasta ahora sólo tenían acceso el inversor institucional o los grandes patrimonios. Estos en general son menos conocidos, están más vinculados a los ciclos económicos y necesitan, a veces, de un plazo de inversión un poco más largo, de los que podríamos destacar la inversión en infraestructuras, el “private equity”, el “lending” de todo tipo o hasta el aseguramiento de riesgos.
A modo de conclusión, deberíamos tener presente que hoy en día con unos mercados financieros volátiles, muy correlacionados, con productos de bajo riesgo sin rendimiento alguno y sin que nos permitan amortiguar las posibles pérdidas en otros, la dificultad en obtener un correcto binomio rentabilidad-riesgo es cada vez más elevada.
La búsqueda del equilibrio
Para mí la clave de lo que acabamos de exponer, en esta sencilla aproximación, no es tanto focalizarse sólo en la compra del activo más arriesgado si queremos rentabilidad o el más conservador si no queremos sobresaltos, pero tampoco cerrarnos a la contratación de otros productos que nos ayuden a diversificar y descorrelacionar los rendimientos de nuestra cartera.
Seguramente el secreto está en la combinación de todos ellos para conseguir una ópitma conexión entre el riesgo y la rentabilidad. En estos momentos el acceso a productos más vinculados a la economía real como puede ser el crowdlending inmobiliario o la inversión en infraestructuras…, que tienen un enfoque más alternativo, nos van a permitir mitigar considerablemente los vaivenes en los resultados de una posible cartera.
Estos a su vez nos pueden aportar un plus de rentabilidad que compensará unos muy bajos tipos de interés de aquellos activos que han sido históricamente más conservadores.